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Estrella del Momento: La pasión por ser bombero, es toda su vida

Han pasado 50 años desde que Rosario Miranda Morales, quien tiene 78 años, ingresó al primer heroico cuerpo de Bomberos, encabezado por el primer comandante, don Hiparco Cámara Baeza. Él vio la necesidad de formarlo tras un incendio de gran magnitud en un almacén de renombre, Almacenes Salvat, ubicado en la calle Francisco I. Madero del centro de la ciudad, alrededor de 1959, donde solo con cubetas y la ayuda de muchos voluntarios enfrentaron el fuego.

Esto ha llenado de orgullo a don Charito, como es conocido entre sus compañeros, quienes han visto en sus ojos cansados por el paso de los años la experiencia adquirida en cada incendio que ha combatido.

Él recuerda muy bien que el primer carro bomba fue obtenido gracias al primer maratón del cuerpo de bomberos, y fue nombrado Bomba Tabasco, gracias a doña Hilda del Rosario de Gómez y don Jesús Sivilla Zurita, quienes encabezaron en el parque Juárez la primera colecta para recaudar fondos.

Muchos de los compañeros con los que inició su carrera, tras recibir la oportunidad del comandante Hiparco, ya no están en las filas del heroico cuerpo de bomberos. Sin embargo, recuerda con cariño al primer escuadrón, conformado por seis voluntarios: Emilio Rebolledo, Cuauhtémoc Torres, Andrés Gutiérrez, Ramírez y un servidor, todos comandados por el primer comandante, quien tenía la responsabilidad de operar el primer carro bomba.

Con el paso de los años, él considera, basándose en su experiencia, que los incendios son cada vez más complejos y requieren nuevas técnicas para combatirlos, debido a los nuevos químicos y elementos que se han convertido en iniciadores de fuego. Por ello, es importante que, a pesar de su edad y limitaciones, continúe actualizándose y capacitándose.

TODA UNA VIDA


Durante sus 50 años de servicio ha tenido diversas satisfacciones, así como situaciones de riesgo que han puesto su vida en peligro, pero ha logrado salvaguardar la vida de personas en desgracia.

El amor de su familia ha sido el principal pilar en su desempeño, y a pesar de los riesgos que conllevan las emergencias, siempre lo alentaron a seguir adelante y sin miedo en cada servicio. Sin embargo, recalca que ninguno de sus hijos decidió seguir sus pasos, aunque siempre los apoyó en las decisiones que tomaron en su vida y profesión.

Con la voz quebrada y la mirada humedecida por pequeñas lágrimas que comienzan a brotar, asegura que mientras el Todopoderoso lo permita, seguirá prestando sus servicios a la sociedad tabasqueña. Mantiene la firme convicción de que vino a esta vida para servir y ayudar a quienes se encuentran en desgracia, apegado completamente a los ideales de obediencia, lealtad, compromiso y, sobre todo, a la responsabilidad que conlleva portar el uniforme rojo de bombero, que viste desde que sale de casa hasta que regresa tras una ajetreada guardia, donde cada servicio representa un gran riesgo, en el que la diferencia entre la vida y la muerte se define en cuestión de segundos.

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