Ratatouille: Arte campesino que conquistó la alta cocina francesa
Este platillo, que dio nombre a una célebre película animada, no necesita carne, salsas pesadas ni técnicas complejas para impresionar.

Originario de la región de Provenza, al sur de Francia, el Ratatouille es un platillo que encarna la esencia de la cocina mediterránea: simple, honesto y profundamente aromático. Lo que comenzó como una receta campesina hecha con vegetales de temporada, hoy ocupa un lugar privilegiado en restaurantes de todo el mundo, sin perder su identidad humilde ni su raíz rural.
La preparación clásica del Ratatouille incluye berenjena, calabacín, tomate, pimientos, cebolla y ajo, todo cocinado lentamente en aceite de oliva con hierbas como el tomillo, el laurel y el romero. Aunque existen distintas versiones (desde la más rústica hasta la más estilizada y dispuesta en capas perfectas) el principio es el mismo: resaltar el sabor natural de los ingredientes frescos, sin enmascararlos.

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Más que una simple guarnición, el Ratatouille ha evolucionado en la mesa francesa como un símbolo de respeto por el producto local, la estacionalidad y la paciencia en la cocina. Cada verdura se cocina por separado antes de unirse al conjunto, permitiendo que cada sabor mantenga su carácter y aporte al equilibrio final del plato. El resultado es una sinfonía vegetal donde ningún ingrediente compite, todos se complementan.

Este platillo, que dio nombre a una célebre película animada, no necesita carne, salsas pesadas ni técnicas complejas para impresionar. Su verdadera riqueza está en la armonía de lo sencillo y en la celebración de la tierra que lo vio nacer. En una época donde se valora cada vez más lo auténtico, el Ratatouille sigue siendo una lección de cocina con alma.