
¡Que el calor no te detenga! En esta Semana Santa, mientras algunos buscan la solemnidad y otros las playas lejanas, miles de tabasqueños han encontrado su oasis particular en os vibrantes balnearios y los refrescantes ríos que serpentean por toda la planicie del edén tabasqueño.
No importa si el sol pica como chile de árbol, porque los más pequeños de la casa vienen preparados para la batalla contra los rayos UV. Con sus adorables trajes de baño y una artillería de gorras, sombreros y hasta mini sombrillas, estos pequeños exploradores acuáticos no le temen a nada.

¡La misión es clara: chapotear hasta el cansancio!
Y claro, la aventura no estaría completa sin los complementos adecuados, donde las neveras, cual arcas de Noé veraniegas, llegan cargadas de tesoros culinarios para disfrutar de un día redondo.
Sándwiches, frutas frescas, jugos y, para los más grandes (con moderación, ¡eh!), alguna que otra cervecita para brindar por los días de descanso.
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El aroma inconfundible de la carnita asada y el pollo rostizado se eleva en el aire, creando una atmósfera festiva y deliciosa. Cada balneario y rincón ribereño se convierte en un improvisado restaurante familiar, donde las risas y las conversaciones animadas son el mejor aderezo.
Para muchos tabasqueños, estos balnearios representan una bocanada de aire fresco para el bolsillo, una alternativa económica pero igualmente gratificante para desconectar del ajetreo diario.

Estos días de asueto son la excusa perfecta para olvidarse del reloj, del tráfico y de la rutina laboral.
Así que ya se la sabes, si escuchas risas a lo lejos y percibes un delicioso aroma a carne asada, ¡no te equivoques! Es la alegría contagiosa de la Semana Santa tabasqueña, donde el agua y la camaradería son los ingredientes principales de unas vacaciones inolvidables.