En las vísperas del Día de Muertos, la tradición de volar papalotes en Tabasco se convierte en un acto lleno de significado y simbolismo. Esta práctica ancestral no solo adorna el cielo con colores vib
rantes, sino que también actúa como un puente entre el mundo de los vivos y el de los muertos, guiando a las ánimas en su descenso hacia la celebración del 2 de noviembre.
Volar un papalote es mucho más que un simple pasatiempo; es un acto de libertad y conexión con lo natural. Los papalotes, con sus formas geométricas y vivos colores, representan una forma de comunicación con las fuerzas del universo. En este sentido, se convierten en vehículos mágicos que permiten dialogar con los elementos, haciendo que el cielo se llene de vida y espíritu.
En Tapijulapa, un pintoresco rincón de Tabasco, la tradición toma un cariz especial. Aquí, se cree que los papalotes tienen la facultad de servir como enlaces entre mundos. Durante la celebración de Día de Muertos, se considera que estos coloridos objetos son guías que facilitan el descenso de las almas, permitiendo que se unan a la fiesta de olores y sabores que honra su memoria.
El acto de volar papalotes no solo purifica el espíritu, sino que también rejuvenece el alma de quienes participan en esta ceremonia. En cada hilo que se suelta al viento, se envían deseos y recuerdos, creando una conexión emocional y espiritual con los seres queridos que han partido.