En el corazón de Tabasco, el altar ch’ol emerge como un símbolo de la rica cultura y la profunda conexión con la tierra y sus ancestros. Sencillo en su estructura, pero abundante en significado, este altar se convierte en un festín de colores y sabores, donde los productos locales cobran vida a través de la tradición.
Construido con varas verdes, cañas y ramas de limón, el arco del altar se adorna con la vibrante flor de cempoal, conocida como la flor de muerto. Este detalle no solo embellece, sino que honra a quienes han partido, creando un espacio sagrado donde se ofrecen diversas delicias: desde mandarinas y naranjas hasta guisos tradicionales como el puchero y el caldo de pollo, cada bocado es un homenaje a la herencia culinaria ch’ol.
Las festividades no se limitan a los sabores; la danza del tigre, guiada por el shibá, inicia una procesión que resuena con el ritmo de tambores y flautas. Este ritual ancestral evoca la memoria de antepasados y solicita salud y abundancia, mientras el sahumerio de estoraque e incienso purifica el ambiente y conecta a los presentes con las energías del universo.
En esta celebración, el pan de muerto, los totopostes y las empanadas no son solo alimentos; son símbolos de unión y recuerdo. A través del altar ch’ol, Tabasco renueva su promesa de vida, manteniendo viva la llama de sus tradiciones en cada festín compartido. Ven y descubre la magia de esta rica herencia cultural, donde cada elemento cuenta una historia y cada sabor es un viaje a las raíces de un pueblo.
