Leyenda Urbana: La tormenta de Tapijulapa
En cada reunión familiar en el rancho, el tío Gerardo se convertía en el alma de la fiesta. Con su voz grave y una habilidad innata para el suspenso, compartía con sus sobrinos historias que abarcaban décadas de anécdotas, aventuras y relatos de otros tiempos. Pero aquella noche, entre el murmullo de la tormenta que azotaba el campo, el tío decidió contar una historia distinta, una que, según él, tenía sus raíces en hechos reales.
El relato de Gerardo comenzó en el estado de Tabasco, en un pueblo de nombre Tapijulapa, a pocos kilómetros de la capital. Allí, durante una serie de tormentas particularmente intensas hace algunos años, las aguas desbordadas de los ríos provocaron una catástrofe que dejó secuelas imborrables en la comunidad. Según el tío Gerardo, la fuerza de los temporales fue tal que inundó el panteón principal, arrastrando cuerpos de sus tumbas y llevándolos por los caminos del pueblo. Las lluvias no solo removieron el suelo, sino que parecían haber despertado antiguas almas en pena, perturbadas por la invasión.
El rumor comenzó a extenderse entre los habitantes: por las noches, varios vecinos decían haber visto figuras espectrales vagando por las calles del pueblo, como si los muertos buscaran algo que les había sido arrebatado. Otros hablaban de sombras que merodeaban por los campos, seres pálidos y desorientados que cruzaban los caminos como si aún buscaran descanso.
Aunque las desapariciones cesaron después de aquellas plegarias, la gente en Tapijulapa nunca olvidó lo sucedido. El miedo aún persiste en el corazón de los ancianos, quienes aseguran que hay cosas que, una vez despertadas, nunca vuelven al silencio completo.