En el corazón de la selva maya, donde la naturaleza y la historia se entrelazan, surge la conmovedora leyenda de las cascadas de agua blanca. Según cuentan los ancianos de la región, estas impresionantes caídas de agua fueron formadas por las lágrimas de la princesa Ixtac-ha, quien, al perder a su prometido, un guerrero que partió con la tribu hacia Zamná, se sumió en una profunda tristeza.
La historia narra que Ixtac-ha, consumida por el dolor de su partida, lloró tanto que su tristeza fue tan intensa que su vida se apagó. Sus lágrimas, incesantes y abundantes, se convirtieron en las hermosas cascadas que hoy en día adornan el paisaje, creando un espectáculo natural que atrae a visitantes de todo el mundo.
Este paradisíaco lugar no solo es un destino turístico, sino un recordatorio de la rica herencia cultural maya. Las cascadas de agua blanca simbolizan el amor, la pérdida y la conexión con la naturaleza, recordándonos que incluso en la tristeza, la belleza puede surgir.
En un contexto donde la leyenda se mezcla con la realidad, los habitantes de la región mantienen viva la historia de Ixtac-ha, ofreciendo un tributo a su memoria y a la fuerza de sus emociones. Sin duda, un sitio que invita a la reflexión y al asombro, donde cada gota de agua cuenta una historia de amor eterno.
