En las profundidades de la tradición oral de Tabasco, una leyenda se cuenta con fervor y misterio: la historia del Hombre Serpiente de Cunduacán. Este relato, que ha sido transmitido de generación en generación, narra una confrontación que trasciende los límites de lo mundano, adentrándose en el terreno de la magia y el mito.
La leyenda comienza en Chiapas, donde un hombre perdió una pelea contra un habitante de Cunduacán. Humillado por su derrota, el chiapaneco juró regresar con el único propósito de vengarse. Durante un año, el agraviado buscó el consejo de un brujo, quien le prometió poderosas habilidades sobrenaturales para su próxima confrontación.
Cuando el año llegó a su fin, el chiapaneco volvió a Cunduacán, no solo con la intención de desafiar a su adversario, sino armado con un poder que desafiaba la realidad. En el momento del enfrentamiento, lo que comenzó como una pelea ordinaria se transformó en un espectáculo sobrehumano: el chiapaneco se convirtió en una serpiente gigante, una transformación que le otorgó una ventaja formidable.
Sin embargo, el hombre de Cunduacán no estaba desarmado. Según la leyenda, en el instante crítico, el habitante de Cunduacán también invocó sus propios poderes. En lugar de enfrentarse con fuerza bruta, se convirtió en un rayo que descendió del cielo, dirigiéndose con precisión mortal hacia la serpiente.
El choque de las fuerzas elementales fue instantáneo. La serpiente, atrapada en el rayo, fue destruida en el acto. La leyenda cuenta que el hombre de Cunduacán, armado con su poder de rayo, logró vengar su honor y restaurar el equilibrio.
