La Chaya: Tesoro prehispánico de Tabasco en la gastronomía y cultura
La chaya, una planta de significado ancestral en Mesoamérica, sigue siendo un elemento clave en la gastronomía y cultura de Tabasco, recordando sus raíces prehispánicas y su valor nutritivo.
Desde tiempos remotos, la chaya ha sido cultivada y venerada en la región, atribuyéndosele propiedades medicinales y nutricionales por sus primeros cultivadores, quienes la consideraban un regalo divino para la salud humana. Conocida también como la “espinaca maya”, esta planta ha encontrado un lugar prominente en la cocina tradicional de Tabasco y otras partes de Mesoamérica.
Aunque su centro de origen no está específicamente identificado, diversos estudios sugieren que la población yucateca posee varios nombres mayas para referirse a la chaya, mientras que en otras regiones simplemente se le conoce por su nombre común. En Chiapas, por ejemplo, es conocida como “mala mujer”, reflejando las diferentes percepciones y usos locales de esta versátil planta.
La chaya crece naturalmente en pastizales, huertos, y terrenos baldíos, principalmente en el sur de México, siendo cultivada en traspatios para consumo propio. Aunque su producción comercial es limitada, su valor nutricional y culinario la hace invaluable en la dieta local. En lugares como la Ciudad de México, donde es menos accesible, se adquiere a través de hierberos o con pedido anticipado, debido a su menor demanda y conocimiento en el centro del país.
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En la gastronomía tabasqueña, la chaya se utiliza en una variedad de platillos, desde tamales hasta sopas y guisos, destacando por su sabor único y su aporte de nutrientes esenciales como hierro, calcio y vitaminas. Además de sus usos culinarios, la chaya sigue siendo valorada por sus propiedades medicinales, utilizándose tradicionalmente para tratar diversas dolencias y como fortificante natural.
Con su arraigada presencia en la cultura local, la chaya no solo enriquece la cocina tabasqueña, sino que también representa un vínculo vivo con las tradiciones ancestrales de Mesoamérica, preservando un legado que se transmite de generación en generación.