El estado de Tabasco no solo es rico en su gastronomía y costumbres, sino que también brillan los mitos y leyendas llenas de misticismo, asombro y hasta fantasía. Tal es el caso de unos duendes que corrieron a una familia de un rancho. En El Momento Tabasco te contamos al respecto.
En Tabasco, hay un pequeño poblado en Mazateupa, perteneciente al municipio de Najacuca, conocido por sus hermosos paisajes, su rica cultura y, sobre todo, por ser el hogar de seres mágicos llamados “duendes”.
Se narran numerosos encuentros entre los habitantes y estas criaturas. Aunque suelen convivir en armonía, se dice que si los duendes se enfadan, pueden llegar a echar a las personas de su propiedad. Un ejemplo es el de una familia que tuvo que abandonar su rancho debido a que los duendes no los dejaban vivir en paz.
La Leyenda de “El Guanal”
En los años 60, una familia se mudó a un rancho llamado “El Guanal”, dedicado a la cría de gallinas. Al principio, todo parecía normal, pero un día la señora de la casa notó un comportamiento extraño en las aves: algunas caminaban torcidas, otras permanecían inmóviles durante horas, muchas tenían el cuello torcido o la cabeza al revés, y algunas se atacaban entre sí. Curiosamente, al anochecer, las aves volvían a la normalidad como si nada hubiera pasado.
Este comportamiento persistió, inquietando a la familia al punto de dejar de comer pollo por miedo a una enfermedad o brujería que pudiera afectarlos. Finalmente, el padre de familia decidió buscar ayuda y, por recomendación de una vecina, contactó a un chamán que vivía en las afueras del pueblo.
La Intervención del Chamán
Al llegar al rancho, el chamán percibió una fuerte energía y escuchó risas malévolas que solo él podía oír. Mientras la familia le explicaba la situación, las aves comenzaron a caer al suelo sin poder levantarse. Ante esta escena, el chamán inició un ritual, pidiendo un pozol de cacao, dos jícaras pequeñas y una cajetilla de cigarros.
Tras momentos de concentración y rezos, el chamán informó a la familia que había hecho contacto con los seres que rondaban el rancho: duendes molestos que habitaban esas tierras desde mucho antes de la llegada de la familia. Los duendes, sintiéndose ofendidos, querían echar a la familia, declarando ser los verdaderos dueños del lugar y amenazando con hacer cosas peores si no se iban.
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La única solución que el chamán pudo ofrecer fue que la familia abandonara el lugar. Poco después, la familia se mudó a otro rancho más alejado, continuando con sus vidas. Desde entonces, “El Guanal” permanece abandonado, pues nadie se ha atrevido a regresar.