La señorita Inés Pedrero Llergo, nació en 1865 y falleció en 1952…Eso se observa en la placa que aún se conserva en la parte alta de una capilla, ubicada en el pasillo principal del panteón Central de Villahermosa.
Hecha a base de concreto, con puertas de herrería, cuyo óxido muestra el paso del tiempo, en este lugar descansan los restos de una joven que al parecer no ha vuelto a ser visitada por sus familiares.
Después de siete décadas del sepelio de la joven, el lugar combina imágenes religiosas con cubetas, cepillos, trapeadores, jabón y demás utensilios que allí son guardados por personas dedicadas a lavar tumbas.
Fueron unas mujeres quienes, con llave en mano, llegaron a la capilla y la abrieron sin problema. Una de ellas, al ser cuestionada sobre el uso irregular de la capilla, señaló que su hermano, ya fallecido, acordó con los dueños del lote, su uso como bodega.
Entró en contradicciones y finalmente reconoció que no tiene permiso para guardar cosas en la última morada de Inés.
Y este no es el único caso… A unos metros está otra capilla, en el lote 102, donde fue colocada una puerta para almacenar con “seguridad”, herramientas para reparaciones y utensilios usados para lavar las bóvedas.
Sobre el pasillo principal, cerca de la entrada de este camposanto inaugurado en 1816 y que cuenta con más de 14 mil bóvedas, está otra capilla antigua, de la familia Rodríguez Fuentes, también invadida por quienes lavan tumbas.
Tiene una protección de herrería que permite ver imágenes religiosas y floreros sucios junto a cubetas y otros elementos de uso común para los trabajadores.
Al detectar que las capillas fueron abandonadas, las personas que acostumbran autoemplearse con la limpieza de bóvedas, vieron como algo fácil apoderarse de estos lotes, sin importarles que tienen un dueño.
“Esto ya tiene años y nadie ha dicho nada”, refirió uno de los trabajadores del lugar.