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Pobladores pierden viviendas por crecimiento del Río Samaria

Entre el temor y coraje viven los habitantes del poblado del Ejido Colima, Cunduacán, pues el rio Samaria les “robó” parte de sus parcelas y viviendas, y pende la amenaza permanente de que continuará quitándoles su patrimonio.

El cauce paulatinamente avanza y derriba viviendas que terminan al fondo de la corriente del río, a la vez que amenaza con devorarse otras, por lo que sus moradores tienen que evacuarlas y abandonarlas.

Doña Martina García Hernández, subdelegada Municipal relata que desde el 2016 cuando empezaron los primeros derrumbes, iniciaron la gestión ante la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) para la construcción de una obra de protección.

FOTO: Roberto Barboza.

Sin embargo, a la fecha, el rio Samaria continuó “comiéndose” las tierras del Ejido Colima y se llevó tres casas, un campo de futbol, dos calles, al internarse cerca de 150 metros.

Los que fueron afectados y los que están en permanente riesgo de sufrir que se los llevé el río, viven y padecen la angustia permanente.

La corriente del Samaria se mantiene inestable a lo largo del año, pues sube y baja, de acuerdo a la turbinación de la hidroeléctrica Peñitas del Alto Grijalva, Chiapas, que sube y baja constantemente. Por ejemplo, este lunes desalojaba 330 metros cúbicos por segundo. El lunes 28 de agosto, Peñitas turbinaba 528 metros cúbicos por segundo de caudal hacia la planicie tabasqueña.

Conagua respondió en febrero el 2022 que ya contaba con el Proyecto Ejecutivo de la obra de protección de la margen derecha del río Samaria, en el Ejido Colima, Cunduacán, comunidad ubicada a 35 kilometros al noreste de Villahermosa.

La erosión de la margen derecha la detectaron en 2015, el río empezó a “tragarse” la orilla y fue avanzando. La primer vivienda que se fue al fondo del cauce fue la de don Manuel Hernández Bolaina, quien apenas falleció hace 15 días, y se quedó esperando una indemnización o apoyo para restituir su patrimonio.

FOTO: Roberto Barboza.

Doña Tila del Carmen García Hernández, 47 años, con tristeza recuerda como vivió el trance de la destrucción de su vivienda, donde nacieron seis de sus hijos, pero al final su hogar se derrumbó y terminó al fondo del cauce.

Doña Guadalupe Hernández Alonso, 76 años, narra que el patio de su casa se llevó el rio y tuvo que desalojar su vivienda ante el peligro de un día de estos termine igual.

Doña Griselda Domínguez Hernández, relata que resultó afectada por la destrucción de su casa y se vio en la necesidad de desplazarse a otra comunidad, donde está prestando una vivienda.

Otra vecina, tuvo evacuar su hogar pues ya no podía dormir por el miedo de que su vivienda se la llevara el rio. También como medida de protección pata sus dos pequeños hijos, de que un día pudieran caerse al peligroso cauce.

Por: Roberto Barboza

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