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Proyecto Templo Mayor descubre cofre con esculturas antropomorfas 

Con mayúsculas y signos de admiración para resaltar el descubrimiento extraordinario, el arqueólogo Leonardo López Luján anunció esta tarde en su cuenta de Twitter: “¡Súper hallazgo del proyecto Templo Mayor! ¡Un cofre de piedra repleto de tesoros marinos y esculturas de piedras verdes, datado en el reinado de Moctezuma Ilhuicamina (1440-1469 d.C.)!” 

El hallazgo es absolutamente destacado: 15 esculturas antropomorfas y numerosas cuentas de piedra verde, caracoles, conchas y corales marinos. “El estilo Mezcala de las figuras, del norte de Guerrero, y las fuentes históricas sugieren que los mexicas obtuvieron estas reliquias al conquistar esa región”, informa el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en un comunicado. 

La caja de ofrenda vinculada a la etapa IVa del Templo Mayor, que se remonta a la época del primer Moctezuma, se encontró en la plataforma de la fachada trasera del Huei Teocalli, a pocos centímetros de una zona que hace 123 años fue afectada por la instalación de un colector de aguas residuales. 

De acuerdo con los descubridores, los arqueólogos Alejandra Aguirre Molina y Antonio Marín Calvo, estas esculturas, talladas en piedras metamórficas verdes –la más grande de las cuales mide 30 centímetros de alto, en contraste con la miniatura de apenas tres centímetros–, exhiben rasgos esquemáticos distintivos del estilo Mezcala de la sierra norte de Guerrero. 

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Siguiendo la costumbre de los gobernantes mexicas, Moctezuma Ilhuicamina, quien gobernó entre los años 1440 y 1469 d.C., procuró que las ofrendas depositadas en el Recinto Sagrado de Tenochtitlan reflejaran la opulencia de las tierras que habían sido conquistadas por la Triple Alianza durante su reinado. 

Aunque se conoce que los cohuixcas y los chontales de esa región fueron sometidos durante la época de Moctezuma Ilhuicamina, resulta llamativo que las figurillas Mezcala que otros arqueólogos han encontrado en contextos arqueológicos guerrerenses se fechan desde el periodo Preclásico Medio (1200-400 d.C.) hasta el Epiclásico (650-900 d.C.). 

“Esto quiere decir que, cuando los mexicas sometieron a esos pueblos, las figurillas ya eran verdaderas reliquias, algunas de ellas de más de 1,000 años de antigüedad, y es de suponer que servían como efigies de culto, de las que se apropiaron como botín de guerra”, detalla López Luján. 

Los arqueólogos Aguirre y Marín, que trabajaron en el depósito en colaboración con la restauradora Sofía Benítez Villalobos y el maestro Juan Ruiz Hernández, han concluido que, una vez llevadas a Tenochtitlan, las esculturas Mezcala sufrieron una recontextualización religiosa. Esto se evidencia en los vestigios de pintura facial, en honor al dios de la lluvia, Tláloc, que los mexicas añadieron a una de ellas. 

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Además de estas esculturas, la Ofrenda 186 incluía dos pendientes en forma de serpientes de cascabel y 137 cuentas de diversas piedras metamórficas verdes, así como arena marina y 1,942 elementos de material calcáreo, como conchas, caracoles y corales. 

El descubrimiento de esta ofrenda surgió a partir del interés de los arqueólogos por corroborar un patrón observado en las ofrendas 18, 19 y 97, que consistían en cofres de piedra sepultados como ofrendas dedicadas bajo las cabezas monumentales de serpientes en la plataforma del Templo Mayor, correspondiente a la etapa IVa. 

“En náhuatl clásico, estos cofres eran conocidos como tepetlacalli –de tetl, piedra, y petlacalli, caja de petate–. En sus hogares, los mexicas acostumbraban a guardar en cofres de petate sus más preciadas pertenencias, como plumas finas, joyas o prendas de algodón, y si lo vemos desde el Templo Mayor, que representa a una montaña sagrada repleta de mantenimientos, podemos imaginar a los sacerdotes almacenando en estas ‘petacas de piedra’ los símbolos por excelencia del agua y la fertilidad: esculturas de los dioses de la lluvia, cuentas de piedra verde, conchas y caracoles”, finaliza López Luján. 

Con cuatro ofrendas de consagración de la etapa IVa dispuestas según este patrón, y con la posibilidad de que haya incluso un par más, el Proyecto Templo Mayor (PTM) tiene previsto solicitar al Consejo de Arqueología del INAH la autorización para retirar temporalmente una cabeza de serpiente ubicada en el costado norte del Templo Mayor, con el propósito de explorar bajo su base antes de 2024. 

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