¿El pozole de verdad se hacía con carne humana en la época prehispánica?
El pozole es uno de los platillos más representativos de la gastronomía mexicana, especialmente durante las fiestas patrias. Sin embargo, su historia revela aspectos sorprendentes y poco conocidos sobre su origen.
El pozole en la época prehispánica
En la época de los mexicas, hace más de 500 años, el pozole tenía una connotación ceremonial muy diferente a la de hoy. Según Fray Bernardino de Sahagún, en su obra Historia general de las cosas de la Nueva España, el pozole prehispánico, conocido como tlacatlaolli o “maíz de hombre”, se preparaba con carne humana sacrificada en rituales religiosos. Esta carne se cocía con maíz y se servía en ceremonias importantes, como parte de una práctica que simbolizaba la dualidad y el ciclo eterno de la vida y la muerte.
El académico Alfonso de Jesús Jiménez Martínez explica que el pozole tenía un profundo significado ritual en la cosmovisión mexica. El maíz y la carne humana en el pozole representaban la conexión entre el origen y el fin, el cielo y la tierra, y el ciclo de la existencia. La carne humana se consideraba un ingrediente esencial para completar este rito sagrado.
La transformación con la llegada de los españoles
La llegada de los españoles en el siglo XVI trajo consigo una transformación significativa en la cocina mexicana. Con el tiempo, la carne humana fue reemplazada por carne de cerdo, que los europeos introdujeron en el continente. Este cambio no solo modificó el sabor del pozole, sino que también alteró su significado. El cerdo se convirtió en el ingrediente principal, y el pozole dejó de ser un platillo exclusivo para las élites, convirtiéndose en un alimento accesible para todos.
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El pozole en la actualidad
Hoy en día, el pozole se disfruta en todo México, especialmente durante celebraciones como el Día de la Independencia el 15 de septiembre. Aunque ha perdido sus connotaciones rituales, el pozole sigue siendo un símbolo de la gastronomía mexicana, con sus variantes de maíz cacahuazintle, carne de cerdo, pollo, y una variedad de acompañamientos frescos.
¿Por qué el 15 de septiembre?
El pozole se ha convertido en un platillo emblemático de las fiestas patrias, no solo por sus colores que recuerdan a la bandera mexicana, sino también por su capacidad para alimentar a grandes grupos de personas. Según la leyenda, en el siglo XVIII, durante la visita de un arzobispo, un grupo de mujeres en Chilapa, Guerrero, improvisó el pozole al sustituir las tortillas por un guiso de maíz y carne de cerdo. Este hecho, narrado por el historiador Jeffrey M. Pilcher, contribuyó a la consolidación del pozole como un platillo importante en la cocina mexicana.
El pozole de hoy no solo celebra la identidad nacional, sino también una rica historia que une tradiciones antiguas con la cultura moderna. Comer pozole es, en muchos sentidos, una manera de conectar con nuestras raíces y mantener vivas las costumbres que nos definen.