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La Gran Carrera Motonáutica reunió de nuevo a las familias tabasqueñas a orillas del Grijalva

Como no había sucedido desde hace varias décadas, las familias tabasqueñas disfrutaron de la majestuosidad del Río Grijalva, como centro de reunión y escenario de la Gran Carrera Motonáutica ‘50 Leguas del Grijalva’.

Inspirada en el maratón náutico de 1979, la jornada que arrancó este sábado y todavía seguirá el domingo, puso de nuevo en el mapa del turismo deportivo fluvial a Tabasco y su gente se dijo orgullosa de ser partícipe.

Una de las primeras familias en llegar al malecón Leandro Rovirosa Wade, no lo hizo por tierra sino en un cayuco. Procedentes de la colonia Tierra Colorada, surcaron el Río Carrizal y luego el Grijalva para ser las primeras personas en apostarse en la orilla de la colonia Gaviotas y, desde las 8:50 de la mañana, esperar el banderazo inicial.

Miguel Ángel Padilla Carrera acudió también junto a sus hijos, dijo tener un grato recuerdo de su niñez cuando vio la última edición de esta práctica deportiva en la capital tabasqueña. “Ya faltaba algo nuevo, sobre todo para los niños, mis hijos están emocionadísimos, felicidades al Gobernador por retomar esta tradición”.

Aunque el evento protocolario y el banderazo inicial se realizó desde el lado de Villahermosa, el sonido se alcanzaba a escuchar claramente cruzando el afluente, lo único que lo interrumpía era el rugir de los motores y los gritos de emoción de chicos y grandes que celebraban cada que una lancha pasaba preparando su salida.

Margarita García, vecina de la colonia Gaviotas se alistó la mañana de este sábado y se llevó a una de sus hijas junto a sus nietos para platicarles lo que hace muchos años vivieron antaño cuando el uso del Grijalva era más constante. “Yo traía a mis hijas, solo la mayor se acuerda, pero sí veníamos a las competencias”, remarcó al agradecer al Gobierno del Pueblo el regreso de esta “bonita tradición”.

Giovanni, partió junto a su familia desde Nacajuca para llegar a apartar su lugar. Con sillas, aguas y desayuno listo, preparó su celular para captar las mejores imágenes del evento, pero, dijo, lo que más le interesaba era que sus hijos vieran -como él lo hizo- la competencia. “Me siento muy emocionado, con alegría, la verdad que a mi me tocó verlo cuando tenía cinco años y sí me emociona”.

El movimiento de personas en ambos lados del Grijalva también significó la reactivación económica de la zona, abandonada por años y perdida ya entre la cotidianidad. Lo mismo era ver venta de antojitos, aguas frescas, pulseras y recuerdos. Todos, comerciantes y compradores, aprovecharon la ocasión.

El río fue el epicentro de la unión familiar, los amigos y los amantes del deporte. Así, el Grijalva se convirtió nuevamente en un atractivo para propios y extraños: “Qué bueno que lo retomaron, que no se pierda esa tradición, sobre todo ahorita que remodelaron el Malecón para que vuelvan a retomar lo que se hacía en tiempos anteriores”, dijo Elvia Gómez Díaz, una abuela orgullosa de compartir esta celebración con su familia.

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