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Río Usumacinta: El gigante de agua que respira historia y selva

Majestuoso y rebelde, el río Usumacinta es mucho más que un cuerpo de agua.

Majestuoso y rebelde, el río Usumacinta es mucho más que un cuerpo de agua: es el alma líquida del sureste mexicano. Nacido en Guatemala y con un recorrido imponente a través de Chiapas y Tabasco, este río es considerado el más caudaloso de México y uno de los más poderosos de América Latina. Su presencia en tierras tabasqueñas no sólo marca el paisaje, sino también la vida de quienes lo rodean.

En su paso por Tabasco, el Usumacinta atraviesa zonas de selva, pantanos y comunidades que dependen de él para pescar, transportarse y vivir. A diferencia de otros ríos domesticados por presas o contaminación, el Usumacinta mantiene su fuerza natural. Sus aguas cargadas y profundas albergan una biodiversidad sorprendente, desde manatíes hasta aves exóticas, y serpentean entre manglares, ruinas mayas y reservas naturales.

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Pero el río también es historia. A orillas del Usumacinta florecieron antiguas ciudades mayas como Pomoná y Moral-Reforma, cuyos vestigios aún miran al agua como si esperaran el regreso de sus dioses. Hoy, navegar por sus canales es recorrer siglos de cultura, de comercio fluvial y de resistencia indígena. Es uno de los pocos lugares donde la historia y la naturaleza siguen caminando juntas.

El Usumacinta no es solo un río: es un testigo eterno. Un coloso que canta con la selva, que ruge en temporada de lluvias y que susurra secretos al amanecer. En Tabasco, su corriente no solo fluye: habla, protege y conecta pasado y presente con cada gota.

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