La leyenda de Papillón: El cocodrilo gigante que conquistó Tabasco
La fascinante historia de Papillón, el cocodrilo hembra que pasó de ser una amenaza en los pantanos a convertirse en un símbolo de la identidad tabasqueña. Su captura, su vida en el Parque Museo La Venta y su legado perduran en el corazón de la gente y en la cultura local.

La década de 1960 marcó el inicio de una historia que se grabaría en la memoria colectiva de Tabasco; debido a que un cocodrilo hembra de la especie Crocodylus acutus, capturado en la poza de San Felipe, llegó al Parque Museo La Venta para convertirse en un ícono.
Bautizada como Papillón por su espíritu indomable y sus constantes intentos de fuga, en alusión a la famosa película de 1973, esta majestuosa criatura creció hasta alcanzar más de cuatro metros y medio de largo y pesar 400 kilos, transformándose en uno de los principales atractivos turísticos del estado.
Su fama no fue solo por su imponente tamaño, sino por su resiliencia; debido a que Papillón se ganó el cariño de los tabasqueños a pesar de las adversidades, como una herida en el ojo provocada por cazadores furtivos.
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Gracias a los cuidados de los trabajadores del parque, incluyendo al poeta y fundador del museo, Carlos Pellicer, el cocodrilo se recuperó por completo. Su permanencia en el parque por casi 40 años la convirtió en un ser querido y familiar para las generaciones que la conocieron.
El final de la vida de Papillón, a los 80 años en 2014, no fue el fin de su leyenda. Su cuerpo fue disecado y hoy se exhibe en el Parque Museo La Venta, sirviendo como un poderoso recordatorio de la historia y la rica naturaleza de Tabasco.
Arraigado en la creencia olmeca de estar asentado sobre el lomo de un cocodrilo, encontró en Papillón la encarnación perfecta de su mística. Su legado es un testimonio vivo de la conexión profunda entre la cultura local y la fauna que la habita.
La historia de Papillón está intrínsecamente ligada a la de su captor, Otto Wolter Peralta, esto allá por el año de 1954, Wolter aceptó el desafío de los pescadores asustados por un cocodrilo gigante que acechaba la poza de San Felipe.
Seis años más tarde, con la ayuda de una red de 400 metros, Wolter y su equipo lograron capturar a la formidable criatura. Para sorpresa de todos, se trataba de una hembra de dos metros y medio y 300 kilos.
Otto la exhibió en Paraíso y Comalcalco antes de donarla al parque, augurando que un animal así viviría más de 100 años.
Hoy, la memoria de Papillón y Otto Wolter perdura. Los lugareños continúan narrando los detalles de su captura, manteniendo viva la tradición oral.
La que alguna vez fue una amenaza, se convirtió en un símbolo de orgullo e identidad para la gente de Tabasco. Su historia, que trasciende lo meramente biológico, se ha convertido en una parte esencial del patrimonio cultural de la región.
El cocodrilo gigante que conquistó el corazón de los tabasqueños es una leyenda que perdurará por generaciones.