¿Cómo se prepara el Gran Premio de la Ciudad de México?
Un grupo de mexicanos transforma el Autódromo Hermanos Rodríguez desde cero para uno de los eventos más coloridos de la Formula 1

Para que los monoplazas de la Fórmula 1 empiecen a rugir en el Autódromo Hermanos Rodríguez, un ejército de técnicos, montadores y diseñadores trabaja semanas antes del fin de semana de carrera. Según explican los responsables de la empresa mexicana Sports Signage México —que participa en los 24 Grandes Premios de la F1, incluido el de su “local”—, la preparación comienza al menos dos semanas antes, cuando reciben el recinto en una paleta de grises y lo “enchulan” para que luzca como una fiesta global del motor.
“Para nosotros cada carrera es un reto; México es muy grande porque tenemos el estadio, entonces hacemos una gran pintura en el estadio que requiere muchos metros cuadrados y mucha gente. Estamos en México y sabemos hacerlo muy bien; de pronto el clima no nos ayuda en la Ciudad de México, pero es una de las que más nos enorgullece trabajar porque es nuestra carrera”, comenta René López Caro, director de operaciones de Sports Signage, en entrevista con ESPN.
La labor abarca transformar no solo la pista —marcas viales, zonas de seguridad, delimitaciones—, sino también el entorno: podio, tribunas, merchandising, branding de patrocinadores, la montaña rusa instalada dentro del circuito (en la zona del Foro Sol) y los elementos visuales que capten la atención mundial. Orlando Saavedra, director general de la empresa, comenta que los organizadores de la Fórmula 1 valoran especialmente “la actitud mexicana 4×4: no se arrugan ante nada, entran y resuelven cualquier tema que esté atorado en cualquier Gran Premio”.

En cifras, el Gran Premio de la Ciudad de México moviliza aproximadamente 400 trabajadores de esta empresa solo en México: unos 80 dentro de la pista y más de 300 en el exterior, dedicados a montaje, logística, branding, merchandising y acabado visual. La tarea se complica al considerar que el Autódromo está a más de 2 000 metros de altitud —un dato técnico del circuito— lo que exige adaptaciones específicas tanto para el espectáculo como para los monoplazas.
La organización del evento también se adentra en la cultura local: según la guía oficial para el Gran Premio 2025, el Autódromo y la ciudad se llenan de color, de música, de ambientación y de atractivos que van más allá de la pista. De ahí que para los montadores involucrados, la logística no sea solo técnica, sino casi cinematográfica.
Y ese montaje tiene sus momentos de tensión. Uno de los responsables recuerda cómo en uno de los eventos previos una grúa se averió tres horas antes de abrir la pista, lo que generó una situación de máxima presión: “nos hemos vuelto hipertensos… la presión de repente se vuelve complicada. A 3 horas de empezar, la grúa se nos quedó sin gasolina… logramos sacarla faltando solo 5 minutos para el ‘safety car’”. Esa escena resume lo vertiginoso que es montar un Gran Premio y lo poco que se ve del trabajo previo.
En resumen, el Gran Premio de la Ciudad de México es mucho más que monoplazas y velocidad: es una maquinaria humana que arranca desde cero para convertir un autódromo gris en un escenario vibrante del deporte mundial. Y México, con su tradición, su altitud, su pasión, se asegura de que los motores no sean los únicos que rujan, sino que también estén acompañados del rugir mexicano de una gran fiesta.