A tan solo unas horas del rugido inaugural en el majestuoso Estadio Centenario 27 de Febrero, el fervor beisbolero tabasqueño se eleva al cielo en busca de la bendición divina.
Los aguerridos Olmecas de Tabasco, fieles a su tradición, se congregaron en sagrada ceremonia para encomendar una nueva temporada al Todopoderoso.
Con el corazón henchido de fe y la mirada puesta en el diamante, jugadores, cuerpo técnico y directiva elevaron sus plegarias por un ciclo deportivo libre de lesiones, donde cada batazo y cada lanzamiento estén guiados por la gracia celestial.
La petición resonó con fuerza en el recinto sagrado: que el Centenario siga siendo un hervidero de emociones vibrantes, un templo donde la pasión de la afición se manifieste en cánticos y aplausos ensordecedores.
Pero la ambición va más allá de la salud y el ambiente festivo. Los Olmecas, con humildad pero con la firmeza de quien confía en la providencia, también imploraron por alcanzar la meta suprema: el campeonato.
Que cada jugada sea un paso firme hacia la victoria, que la estrategia del mánager sea iluminada por la sabiduría divina y que la garra de cada pelotero sea impulsada por una fuerza superior.
El telón de esta nueva odisea beisbolera se levantará esta misma noche, cuando los aguerridos Guerreros de Oaxaca pisen el diamante tabasqueño para el esperado partido inaugural.
Un duelo de titanes que promete emociones desde el primer lanzamiento hasta el último out.
La atmósfera que se respira en Villahermosa es de una expectación palpable. El “rey de los deportes” está de vuelta, y con él, la esperanza renovada de una afición que sueña con ver a sus Olmecas coronarse campeones. Que la bendición divina acompañe cada swing, cada atrapada y cada carrera.
