Censura digital en Rusia: el Kremlin afianza su control y aísla al país de la web global
Bloqueos selectivos, leyes represivas y vigilancia masiva buscan encerrar a los usuarios rusos en un ecosistema digital cerrado, alineado con el poder estatal.

El gobierno de Vladimir Putin consolida, paso a paso, un modelo de internet soberano que restringe la libertad en línea y aleja a Rusia del acceso global. La presión sobre plataformas extranjeras, el ataque a VPN y nuevas leyes que penalizan búsquedas consideran “extremistas” reflejan una estrategia de control profundo y creciente.
De errores digitales a política deliberada
Lo que antes parecían fallas técnicas (YouTube con carga lenta, portales independientes inaccesibles o caídas en redes móviles) ahora forman parte de una política deliberada para reprimir servicios extranjeros, restringir el acceso a voces independientes y mantener un estricto control estatal sobre el flujo de información.
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Legislación, vigilancia tecnológica y aislamiento creciente
El Código “Internet Soberano” de 2019 otorga al Estado herramientas tecnológicas y legales sin precedentes, como equipos de inspección profunda de paquetes (DPI) obligatorios en todos los proveedores, un sistema DNS nacional y capacidades para aislar el “RuNet” del resto de la web. Desde la invasión a Ucrania, plataformas como Facebook, Instagram, YouTube y Signal han sido bloqueadas, y el uso de VPNs ha sido criminalizado hasta por publicidad.
Hacia un internet controlado: MAX y el fin del anonimato
El gobierno fomenta el uso de MAX, una app nacional desarrollada por VK para mensajería, pagos y servicios estatales, ya obligatoria en móviles desde septiembre y ampliamente criticada por su potencial de vigilancia masiva.
“Una muerte por mil cortes”: erosión progresiva de la libertad digital
Human Rights Watch evidencia un patrón de censura gradual pero persistente: bloqueos, interrupciones deliberadas de internet en eventos sensibles y supresión de medios independientes. Esta estrategia (resumida como “muerte por mil cortes”) describe cómo el Kremlin busca sofocar el acceso libre a la información