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Juj: El valor sagrado de la iguana en la cultura tradicional de Tabasco

En la cosmovisión del pueblo yokot’an, la iguana representa la inmortalidad, la conexión con la selva y un legado cultural que hoy está en riesgo.

Desde tiempos prehispánicos, la iguana ha ocupado un lugar simbólico y culinario en la vida de los tabasqueños. Considerada sagrada por su color verde similar al jade, hoy enfrenta peligro de extinción debido a la caza excesiva.

La iguana (conocida como Juj en lengua yokot’an) ha sido admirada por siglos por las culturas originarias del sureste mexicano. En la cosmovisión maya, este reptil verde representaba la vida, lo sagrado y la eternidad, debido a su color similar al jade, una piedra más valiosa que el oro para los antiguos pueblos. Además, su habilidad para mudar de piel y regenerar la cola reforzaba la creencia de que era un ser inmortal.

Una especie ligada al poder y lo ritual

Debido a su significado espiritual, sólo los altos sacerdotes y gobernantes podían consumir carne de iguana. Se creía que al comerla, se obtenía parte de su energía divina. La iguana era también un símbolo de precaución y vigilancia: de ahí nace el dicho popular “ya sabes cómo masca la iguana”, en alusión a estar siempre alerta ante cualquier amenaza.

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Del mito a la mesa

Aunque en la actualidad es considerada un platillo exótico, su consumo persiste entre ciertos sectores de la población tabasqueña. Su carne es comparada con la del pollo y sus huevos, que se recolectan entre abril y mayo, son apreciados por sus supuestas propiedades afrodisíacas.

Existen también antiguas creencias populares que afirmaban que la iguana se apareaba con serpientes, como boas o nauyacas. Hoy se sabe que estos encuentros eran depredadores y no reproductivos.

Por décadas, la caza excesiva —a menudo con perros entrenados— ha reducido drásticamente la población de iguanas en Tabasco. Este reptil, que antes formaba parte de rituales y platillos tradicionales como los tamales, ahora está en peligro de desaparecer.

Conservar a la Juj no solo es proteger una especie, sino preservar un legado cultural que forma parte de la identidad tabasqueña. Como decía el poeta Carlos Pellicer: “Estar todo lo iguana que se puede” es estar profundamente vinculado con la tierra, la tradición y la vida.

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